Está lista esta camada de árbitros? Las razones de tanta polémica - EL PAÍS Uruguay
Por um escritor misterioso
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FÚTBOL URUGUAYO SILVIA PÉREZ Los árbitros siempre están en tela de juicio. Los hinchas son pasionales y difícilmente acepten las decisiones que creen perjudican a sus equipos. El torneo Apertura que acaba de finalizar puso el tema del nivel arbitral sobre la mesa. ¿Qué ocurrió? Los internacionales casi no estuvieron disponibles: un grupo estaba en Catar haciendo un curso de preparación para el próximo Mundial; una terna encabezada por Andrés Cunha dirigió finales en Emiratos Árabes y otros fueron designados para la Copa Libertadores y los partidos de las Eliminatorias. Los árbitros de primera categoría salieron a asumir el riesgo de dirigir los partidos más importantes. Incluso la final entre Rentistas y Nacional fue arbitrada por Daniel Rodríguez, quien no es internacional, con el agravante que se jugó cada tres días y todos los partidos fueron televisados, lo que dejó los errores más en evidencia. No se trata de una nueva camada de jueces, la mayoría lleva varios años en primera categoría. Los únicos dos que ascendieron a principio de este año fueron Santiago Motta y Matías De Armas. Pero cuando están disponibles los internacionales, los de primera arbitran Segunda, hacen de cuarto o dirigen algún partido de menor importancia o exposición. Y a varios los hinchas casi no los había oído nombrar. Hay factores que el gran público desconoce. Por ejemplo, la forma en que entrenan los árbitros. Habían pedido varias mejoras, pero después de cinco meses de encierro entrenando como podían en sus domicilios, volvieron a trabajar sin encontrar cambios. Los jueces de primera categoría y los internacionales entrenan en la cancha de césped sintético del Complejo Celeste. Sin las dimensiones necesarias, se limitan a correr. No tuvieron entrenamientos en cancha, trabajos prácticos ni simulacros de situaciones de juego. Y eso influye en los errores que se pueden ver en los partidos. Por otra parte, tuvieron que dirigir cada 48 o 72 horas, algo que no se acostumbraba en el fútbol uruguayo. Sin la posibilidad de contar con masajes o de hacer hielo para acelerar la recuperación postpartidos, regresaban a sus hogares para seguir cumpliendo sus trabajos particulares y sus obligaciones familiares. Y a las pocas horas otra vez a la cancha. Otro aspecto que puede haber influido fue el cambio generacional de los asistentes. Diez se retiraron y subieron otros tantos. Los árbitros comenzaron a dirigir sin conocerse con sus asistentes, cuando el conocimiento y la confianza entre los compañeros de terna es fundamental. El entrenamiento de los árbitros del fútbol uruguayo. Foto: Francisco Flores. Cada vez que hay un llamado para los cursos, que duran dos años, se presentan unas 40 o 50 personas, pero hay varios filtros. El primero es no cumplir con los requisitos exigidos: la edad (es necesario ser mayor de 18 años y menor de 25), tener ciclo básico aprobado y salvar las pruebas físicas. En el pasado la altura también era un requisito: había que medir más de 1,70 mts, pero ya no. Es más, cuando Ramón Barreto estuvo al frente de la escuela de árbitros, subió la altura mínima a 1,75 y fue tal el escándalo que al otro año lo tuvo que sacar. Las clases comienzan tras la primera depuración. De los 40 o 50 que se anotaron inician unos 25 o 30. Pero algunos no encuentran lo que esperaban y se van; otros no aprueban las evaluaciones teóricas aunque se trata simplemente de conocer al dedillo las reglas de juego; o no salvan las evaluaciones físicas o psicológicas. La parte emotiva es sumamente importante para un juez de fútbol. En necesario controlar las ansiedades y los miedos. Por eso, a partir del 2002 se incluyó en el curso de árbitros a psicólogos deportivos como docentes. En lo previo los aspirantes tienen una entrevista con el psicólogo que investiga su personalidad. Y la pregunta clave es por qué quieren ser árbitros. La gran mayoría habla de su gusto por el fútbol. Muchos jugaron en divisiones juveniles, se lesionaron o no resultaron buenos. A otros les gusta estar en el campo y decidir. O incluso algunos se anotan porque creen que pueden ser mejores que los que ven arbitrar los fines de semana y les gusta el papel de justicieros. Al final del primer año ya comienza lo más importante: la práctica. Y en segundo año comienzan a dirigir. “Hay algunos que teóricamente son sobresalientes, pero esto no significa que ya sean árbitros de fútbol. Otros, son casi atletas, exuberantes en las pruebas físicas, pero esto tampoco quiere decir que ya sean árbitros. Eso es importante, pero lo principal es la práctica arbitral. Hay que aprender a ver lo que pasa e interpretarlo correctamente. Ahí está la importancia de los docentes y los instructores, que deben ir a verlos y acompañarlos”, explicó Ernesto Filippi, quien estuvo al frente de la escuela de árbitros hasta el 2014 y fue juez durante 20 años, 15 de ellos como internacional. Luego fue instructor de Conmebol y FIFA durante otros 15 años. Tras aprobar el curso comienzan a arbitrar en Sub 14 y en divisiones juveniles de Segunda. Puede parecer que son los partidos más sencillos porque se trata de niños y adolescentes, pero también son muy entreverados. Además, se trata de una categoría recién salida del baby fútbol y hay una gran incidencia de los familiares. El entrenamiento de los árbitros del fútbol uruguayo. Foto: Francisco Flores. Al comenzar en Sub 14 el juez debería cumplir una función docente. Sin embargo, es un momento de muchas dudas. Recién está descubriendo si va a poder arbitrar un partido. En esos primeros pasos se suele entrar en una competencia con los jugadores por el control del partido. Sin tener aún el control emocional necesario compiten con los jugadores para ver quién manda. Tercera categoría es el momento de la definición. Hasta ese momento se cumplen las dos funciones: la de juez y asistente. Es en ese momento que la carrera se divide. Elegir entre ser árbitro principal o asistente puede ser una decisión propia o una sugerencia de los instructores. No es un momento sencillo porque todos se prepararon para ser árbitros. Llegar a primera categoría le demanda unos cinco años para los mejores y dos años por categoría, o sea 10, para los que más demoran. Se necesita un año de experiencia en cada categoría, salvo para pasar a internacional, donde se exigen dos años en primera. Entender el fútbol y la comunicación con los jugadores son puntos fundamentales para hacer una buena carrera arbitral. No todos los choques tras lo que cae un jugador son falta, es necesario comprender el juego. Los árbitros con pasado de futbolista sacan ventaja sobre el resto. Están un paso adelante e interpretan mejor el juego, como pasó por ejemplo con Julio Matto y más recientemente con Darío Ubriaco. “Hay una materia que no se califica pero que va con la práctica arbitral: el control emocional. Están dirigiendo una contienda deportiva, de antagonismo y enfrentamiento y no alcanza solo con correr, saber las reglas e interpretar. Hay que tener control emocional para poder dirimir los conflictos porque un partido es una sucesión de conflictos. Con el tiempo, aprenden a superar dificultades y a entender el miedo y controlarlo”, aclaró Filippi, quien considera a su vez que la comunicación del árbitro con los futbolistas es fundamental, más hoy en día. “La comunicación es gestual y verbal. Pero la clave para hacerse entender y solucionar conflictos es que el árbitro hable con el futbolista en un lenguaje claro y sencillo. Lo mismo que con los entrenadores. El silbato y las tarjetas son herramientas válidas, pero saber hablar es fundamental”, añadió el exárbitro, quien sigue dando clases sobre las reglas en varios cursos de entrenadores. Mucho extrañó que Claudia Umpiérrez no arbitrara en todo el Apertura, más teniendo en cuenta que el torneo estuvo en manos de jueces con poca experiencia. Una lesión que costó mucho diagnosticar fue la razón de la ausencia de la árbitra, quien es internacional desde 2010. “En julio se me detectó una lesión en el tobillo. Se me inflamaba, me dolía y casi no podía caminar, pero no se sabía por qué. Resultó ser el ligamento que se había desprendido entre tibia y peroné”, contó Claudia. Tras perderse un mes y medio hasta que se la diagnosticó correctamente, estuvo otro mes haciendo fisioterapia. Recién a fines de septiembre pudo comenzar a entrenar con más exigencia. Y sin dolor. El ambiente referil no es fácil; nunca lo fue para Umpiérrez, quien a pesar de salir de la escuela con las mejores evaluaciones y conceptos de sus profesores tuvo que recorrer un camino muy largo para llegar a primera categoría: 13 años, casi el doble de la media de un hombre. “Salí de la escuela reilusionada, pero los integrantes de la Comisión Técnica de aquel momento no veían en mí lo mismo que los profesores. Estuve cuatro años en cuarta categoría y no lograba ascender. Además, los comentarios que me hacían no eran muy alentadores, pensé en dejar. En ese momento me llamó Filippi y me dijo que aguantara, que me diera un año más, que la Comisión Técnica iba a cambiar”, relató la árbitra. “Es que las evaluaciones de los árbitros son muy subjetivas. A veces se hacen a la idea de que no les gusta como arbitrás y después es difícil que cambien el concepto”, añadió. Claudia Umpiérrez durante uno de los habituales entrenamientos de los árbitros. Foto: Francisco Flores. “Siempre digo que en este camino hubo hombres que me pusieron palos en la rueda por un tema de género, pero hubo otros que me dieron la mano y me ayudaron a salir adelante. Ernesto (Filippi) es uno. Jorge Larrionda, más adelante, fue otro”. Umpiérrez llegó a ser internacional seis años antes que alcanzar la primera categoría Es la que tiene más antigüedad como árbitra FIFA. Comenzó como internacional para dirigir fútbol femenino y no era necesario ser de primera categoría como sucede con los hombres. En un momento se quiso argumentar que las árbitras eran internacionales solamente para fútbol femenino, pero eso quedó rápidamente fuera de discusión. Con el mismo escudo de FIFA, Umpiérrez y Luciana Mascaraña participaron el año pasado en el Mundial masculino Sub 17 de Brasil y dirigieron tres partidos. La insignia internacional es una sola porque es la misma disciplina: fútbol once; lo jueguen hombres o mujeres. Y hoy, Umpiérrez está en el top 10 de la FIFA. “Todavía hay mucho machismo en el fútbol, pero por suerte se han abierto muchas barreras. Y no sólo para las árbitras. No me gustaría haber llegado a primera por una cuota de género. Llegué porque me lo gané, pero entiendo que en algunos ambientes la cuota es necesaria, porque si no las mujeres no tendrían cabida”. ÁRBITRO FIFA Con los árbitros sucede lo mismo que con los futbolistas. De una generación llegan a Primera División dos o tres y de una generación de árbitros de 20 que se recibieron, llegan a primera categoría unos cuatro o cinco, de los cuales dos podrán ser internacionales.
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